Foto: @sonvalero |
Vivimos una época difícil, y no
tanto por la crisis económica que sufrimos (no es la primera ni será la última)
sino porque ahora estamos interconectados y los problemas de unos son los
problemas de todos y así, la información fluye en todos los sentidos, en
especial, en Twitter, una red “altavoz” en la que se intercambian pareceres
que, en algunos casos, necesitan ser aclarados en blogs para no aburrir al
personal con diálogos incomprensibles.
Hete aquí que me hallo escribiendo
estas líneas para ampliar un sentir que me parece difícil transmitir en 140
caracteres y cuyo origen está en una de esas condensadas breves charlas entre
dos tuiteros.
Sírvanse de antecedentes de la
cuestión la presentación como positiva por parte de @A_MdeSantos de la nueva postura
adoptada en Europa en relación a la interpretación de la Directiva 93/93/13/CEE
del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas en los
contratos celebrados con consumidores, y los principios del derecho de la Unión
relativos a la protección de los consumidores y al equilibrio contractual ("No cuela en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea la posturita en defensa del consumidor" aquí
podéis leer el post completo) y la calificación de "listillos" respecto a los que firmaron sin
leer o sin entender determinadas cláusulas contractuales. Ayer mismo se publicó un segundo post: "Un barquito llamado “dignidad” (segunda parte de la posturita en defensa del consumidor)" (aquí teneis el texto) y que parece responder a mi indignación.
Como bien dice mi admirado “profesor”
Eugenio Ribón, mientras en Europa ya se legislaba en favor del consumidor, en España disfrutábamos de Manolo Escobar. Y es que la protección del consumidor, como sujeto específico de
derechos, merecedor de una singular protección, es más bien próxima sin que
alcance el siglo de historia. No son nuevos los contratos, no son nuevas las
compras a plazos, ni siquiera son nuevos los préstamos hipotecarios… lo que ha
cambiado es que la buena fe ya no imprime esos negocios y que si “te la pueden
colar, te la cuelan” y ahora lo sabemos.
España tiene una historia
peculiar. No tuvimos Revolución Francesa y, eso, como dice mi padre, nos ha
marcado mucho. Además la “picaresca” española haberla hayla.
Pero, para eso están los poderes
públicos, o eso dice el artículo 51 de nuestra Constitución, quienes “garantizarán
la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimientos
eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los
mismos”. Y esto mec! ha fallado en el tema hipotecario.
Porque ¿acaso es responsable
aquel que decidió comprar una casa para tener un H-O-G-A-R digno en un momento
en el que tenía dinero para pagarla? ¿acaso es responsable aquel que, para comprar
esa casa, de 40, 50, o 200 m2, tenía que pedir un crédito que en ese momento sí
podía afrontar, porque tenía trabajo? y ¿cuánto valían las casas…150.000€,
200.000€, 300.000€? Según el Banco, claro, porque ¿quién tasaba las viviendas?
De acuerdo que nos la colaron. Porque
si alguien quería comprar una casa, el Banco hacía la tasación y, en función de
ese valor, concedían la hipoteca. La casa decían que valía 200.000€ y me daban
200.000€. El dueño de la vivienda (particular o promotor) contento, el Banco
contento, y el comprador/deudor contento. Todos contentos.
Pero, ha llegado la “crisis”. Un
estado mental que lo ha invadido todo como la Nada que arrasaba Fantasía en “La
historia interminable”. Y lo primero que se ha llevado por delante es el
trabajo de aquellos que un día quisieron comprar una casa porque la podían
pagar.
¿Alguien cree que si todos los
que ahora están en problemas de impagos de hipotecas tuvieran el mismo trabajo
y siguieran cobrando lo mismo, estaríamos en la situación en la que estamos,
con ejecuciones hipotecarias? No. Porque nadie quiere dejar de pagar su casa.
Lo que pasa es que no se puede. Y esto hay muchos que no lo entienden. Sí
fueron listillos para comprar una casa pero no tienen la culpa ellos sino otros
que han especulado, y siguen especulando, con un bien de primera necesidad.
Y vuelvo al tema de la protección
de los consumidores. Las críticas que se vierten contra la llamada “sobreprotección”
del consumidor me recuerda, y ya lo he dicho en otras ocasiones, a la falta de
sensibilidad que había hace algunos años respecto a la violencia de género.
Me gusta leer prensa histórica y
llama mucho la atención cómo se trataban los asesinatos de las mujeres en manos
de sus parejas en el último siglo y medio. Se hacían hasta chistes que ahora
nos ponen los pelos de punta.
Pues, lo mismo sucede con los
derechos del consumidor. No, no existe autonomía de la voluntad de las partes
cuando se contrata un préstamo hipotecario. No, no hay justo equilibrio cuando
se firma un contrato incomprensible hasta para juristas expertos. Y no, los
poderes públicos, no están defendiendo los intereses económicos de los
consumidores.
Claro que fueron listos los que
no sucumbieron a los cantos de sirena de los Bancos que les ofrecían chalets de
lujo al precio de un 3º sin ascensor. Claro que fueron listos los que tuvieron
la suerte de heredar un piso de sus padres y lo mantuvieron sin comprar una
segunda vivienda mediante una hipoteca que pagaban con las cuotas de alquiler
del viejo piso heredado…. Claro…pero es que la solución hay que darla ahora y
si el procedimiento de ejecución hipotecaria es injusto, pues lo es. Y si hay
que cambiar la legislación hipotecaria española porque nos lo dice un Tribunal
Europeo, más intolerante con las cláusulas abusivas, que el nacional, pues se
cambia. Y si los Bancos tienen que ganar un poco menos pues que ganen un poco
menos porque ya está bien de que nos tomen el pelo.
Y también es una opinión.
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